Querido joven...

Probablemente piensas que la iglesia es una institución con normas insoportables que nadie es capaz de explicar, que busca adoctrinar para que «no veas, no hagas, no sientas». En cambio, parece que allá fuera, el mundo ofrece la completa libertad de actuar, pensar y sentir como mejor convenga a cada uno.
Los distintos colectivos que últimamente han surgido (feminista, LGBTQ+, etc.) apoyan esta idea. Hay un enorme contraste entre sus ideologías y el evangelio; se cree que ellos promueven la libertad y el progresismo a diferencia de la iglesia, que ya no es propia de este tiempo y está llena de prohibiciones.

Resulta demasiado fácil ser arrastrado por dichas ideologías, por el mundo en sí. Hay demasiadas personas pregonando tales ideas que llega un punto en el que se considera cierto todo lo que sugieren, y el cuestionamiento crítico queda en último plano.
De cierto modo, pensar diferente a ellos y ponerlo de manifiesto, automáticamente te convierte en un enemigo retrógrada que está en contra del derecho a decidir.

Por otro lado, da la impresión de que en la iglesia tampoco se cuestionan lo que viven, parece que la gente está allí por fanatismo o sentimentalismo, por compromiso social o por intereses turbios. Supone todo un reto tratar de reconciliar esta realidad que experimentas en el mundo con la verdadera imagen la iglesia, pero francamente no se trata de encontrar un punto medio en el que se esté de acuerdo con ambas partes, descartando lo que no agrada de cada una, ajustándolo todo en la medida que sea tolerable. De hecho, se pretende que comprendas que no existen opiniones divididas respecto a las dimensiones propias del ser humano y de la sociedad porque ya se tiene una sola Verdad que ha sido revelada y está manifestada en la Iglesia Católica.

Anímate a conocer esa verdad.